sábado, 22 de octubre de 2011

abstract seminario III


La colosal escultura de la Coatlicue,  que se ubica en el Museo Nacional de Antropología e Historia, es la diosa azteca de la tierra y madre de los principales dioses. Durante la primera mitad del siglo XX, la Coatlicue fue particularmente favorecida por artistas como Saturnino Herrán, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Miguel Covarrubias, Feliciano Peña y Frida Kahlo por su contenido arquetípico en relación con la madre tierra como símbolo de la patria, pero también y principalmente  por su significado dual como dadora de vida así como de la “madre terrible” que es capaz de quitarla, como una alusión a la contrastante y dramática historia nacional. En el presente trabajo se estudiará la representación pictórica de la Coatlicue, en relación con los distintos intereses personales, artísticos y políticos de los artistas considerados a partir de un estudio profundo del contexto histórico y artístico de la época, como así también de los estudios de género que se basan en los arquetipos de Jung.

Hospicio Cabañas v.1


En la parte superior de una de las entradas a la capilla se ubica Coatlicue, la visión de José Clemente Orozco es una mezcla de la escultura original, con elementos de la diosa griega Diana; hay que recordar que Coatlicue personifica a la tierra como elemento pero también de la creación y la destrucción. Esto quizás se deba al recate por parte de los europeos de las culturas antiguas, pero en  México no era necesario recurrir a estas leyendas pues se tenían las propias. Orozco realiza una alegoría en la cual Coatlicue esta concibiendo; en este caso son hombres adultos, que nacen  sin cesar, ellos ruedan y en la parte inferior son asesinados por los frailes, es esta representación que realiza Orozco, lo difícil que fue para los indios aceptar la nueva religión traída del viejo continente.
Rescata la leyenda mixteca, el arco del edificio en la cual Coatlicue se ubica puede simbolizar la montaña de serpiente donde  se encontraba, Coatepec, y a partir de ahí Orozco plasma como la “tierra” se vio afectada por los excesos y  avaricia de parte de los españoles por obtenerla, lo cual provoca la esclavitud del pueblo indígena; la perdida de sus tesoros y el abandono de las ciudades a las que veneraban.
Coatlicue en sus manos tiene el arco y la flecha y una sonrisa donde muestra sus colmillos de serpiente, sin embargo Orozco fusiona las  cabezas de serpiente por una sola, su portentosa presencia quizás como recordatorio que esta recuperando el respeto y valor; que  actualmente tiene en el Museo de Antropología. Orozco basa su composición en fondo gris, con la Coatlicue de gran tamaño y en tonos rojizos al igual que los hombres que da a luz.
Se realizo este mural en el Hospicio Cabañas a finales de 1937,  fue invitado por el gobierno de Jalisco para realizar esta serie, en la antigua capilla, para el cual dedico dos años; en la cual represento desde la conquista, la colonia, y los tiempos modernos.
Es el gran choque cultural que sufrieron los indígenas a manos de los españoles que Orozco interpreta a través de la Coatlicue, en el momento de interminablemente dar a luz, la misma diosa de la tierra entrega a sus hijos a la nueva religión representada por los frailes que se encuentran en la parte inferior; sin embargo México representado por Coatlicue se encuentra en la parte superior de los frailes. Es Coatlicue en esta representación la madre buena que con arco y flecha defiende a sus hijos, pero también es la madre justa pues al estar dando a sus hijos a los frailes, también esta consiente que es la única manera de tratar de saciar al pueblo conquistador.