sábado, 18 de febrero de 2012

arquetipo de la mala madre

En el caso del arquetipo de la mala madre, es aquel en donde la mujer no solo es una compañera desagradable, exigente y poco satisfactoria. Puede llegar a convertirse en amiga, hermana y consejera competente de su marido; entre todas las formas del complejo materno éste arquetipo tiene las mejores posibilidades de tener éxito en una edad madura, como es el caso del matrimonio; siempre y cuando haya superado el cuidado materno.

Esta mujer gracias a su claridad, objetividad y masculinidad, se encuentra a menudo en puestos de importancia, donde su feminidad tardíamente descubierta, es conducida por su inteligencia lo que despliega una exitosa eficiencia. Pero también, esta parte materna del cuidado de los hijos, su alimentación y educación quedan excluidas en su mente y se lo deja a otros. En el caso que se quede al cuidado de sus hijos, estos serán castigados constantemente por cualquier mal comportamiento, por pequeño que sea; además de no dejarlos buscar su propios sueños, ya que deben de cumplir lo que su madre ha pensado para ellos.

Estas madres se toman de los mitos, de los misterios ocultos, del inframundo de la muerte. Este poder esta representado por las sirenas, arpías, brujas, etc.; pero por otro lado su rol como esposa de una deidad masculina ocupa un lugar importante en la mitología como podría ser el caso de Hera o Isis . Si bien al ser esposas le quita poder, se comprende mejor el concepto de dualidad ya que este se encuentra separado por una parte femenina y otra masculina que se acoplan por un bien común.

Incluso hoy son reconocidas como las mujeres fatales; debido a las declaraciones echas por algunas religiones como la cristiana o la judaica. Un ejemplo de este arquetipo de la mala madre es el de Lilit primera esposa de Adán en el Talmud menciona que fue creada de la misma manera que su esposo, en el Génesis 2:4-25, el texto dice: “Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. La primera mujer de Adán sería Lilit, la cual abandonó a su marido y el jardín del Edén al no querer complacer a su esposo, pues se considera su igual y se instaló junto al Mar Rojo con algunos demonios que se convierten en sus amantes. Por las noches se une a los hombres como un súcubo , para poder procrear pero el resultado de este embarazo son solo hijos muertos; por lo que en las leyendas judaicas la transforman en bruja que rapta a los niños en sus cunas. Esta leyenda está vinculada a una tradición mágico-religiosa judía de poner un amuleto alrededor del cuello de los niños recién nacidos, con el nombre de tres ángeles. Se la representa con el aspecto de una mujer muy hermosa, con el pelo largo y rizado, generalmente pelirroja, y a veces alada.

interpretación Coatlicue en su estado original

Es en este apartado artistas como Orozco y Herrán retrata la manera en que los aztecas, valoraban y veneraban la escultura de Coatlicue, cada uno de manera en particular forjan el ideal de la escultura en su contexto original.

Una vez que regresa de su viaje por Europa José Clemente Orozco por una serie de casualidades llega a la ciudad de Hanover, una de ellas fue gracias al profesor de historia del arte Artemas S. Packard , que tiene en mente un proyecto que se lo propone al presidente de la universidad Ernest Hopkins ; estaban preocupados por sus estudiantes que querían aprender sobre las actividades de los artistas en sus estudios; por lo que concluyeron llevar en 1929 a los artistas a la academia como una actividad extracurricular. Siendo José Clemente Orozco el segundo artista en ser llevado al colegio, la idea comenzó con una conferencia en la cual Orozco expondría a los estudiantes, la técnica del fresco y realizaría un pequeño mural para que ellos mismos pudieran observar este proceso. Sin embargo en un principio hubo oposición de que un extranjero pintara los muros al igual que algunos de los decanos preferían a un artista mayormente reconocido como Diego Rivera ; sin embargo los organizadores tenían ya en mente a Orozco, es por esto que se organizan varias exhibiciones de los dibujos de Orozco en la galería Carpenter Hall para dar a conocer mejor su trabajo en Nueva Inglaterra, así como la insistencia de Alma Reed también fue un factor importante.


Es en 1932 cuando finalmente Orozco llega a Dartmouth para pintar en el Carpenter Hall; mientras pintaba era interrumpido por los alumnos; el muy amablemente contestaba a sus preguntas. Es gracias a esta buena actitud y su entusiasmo que fue bien recibido nuevamente cuando decide pintar toda una serie dedicada a la mitología americana, en la serie llamada La épica de la civilización de América (The Epic of America civilization) ofrece una compleja narrativa de la historia de América desde la migración de los aztecas hacia México central, la leyenda de Quetzalcóatl, la sociedad moderna, la industria, que ocupa aproximadamente 3, 200 pies cuadrados, es un ejemplo claro de la pintura mural en los EE.UU.
El título de la serie mural puede haber sido una influencia del pintor Thomas Hart Benton (1889-1975) con su serie titulada La historia épica americana de 1923-30 , una relación al idealismo y pesimismo de la historia de los primeros pobladores de América y su deterioro a manos de los europeos.
En palabras del autor:
Los murales consisten en catorce tableros de 3 x 4 metros aproximadamente y diez talberos menores. El tema principal era el de quetzalcóatl, pero las pinturas finales ya no tienen realacion muy clara con él.

En una carta a su esposa en mayo de 1932 Orozco le cuenta:

la idea de Packard es ésta: que se preparen las paredes inmediatamente y regrese yo en junio a pintar un pedazo aunque sea chico para que así quede comenzado el trabajo y tomado el lugar…el próximo otoño… continuar trabajando viniendo yo por temporadas a pintar…(y) terminar el trabajo en el espacio de un año o año y medio

Es para el fresco Antiguo Sacrificio humano donde decide plasmar, la manera en que los aztecas adoraban a sus dioses, y evocó la forma de abrir el cuerpo de un sacrificado; ubicado en una plancha de cabeza, mientras cuatro sacerdotes sostienen cada una de las extremidades, un quinto sacerdote inserta una cuchilla dentro del cuerpo del sacrificado.

La visión azteca sobre el ritual de muerte y desmembramiento era necesario para poder tener una transición de renacimiento y fertilidad seguramente por la concepción de la vida; esta idea quizás fue reforzada por el fluir de la vida y la muerte en la naturaleza, la diosa de la tierra representó la naturaleza y la sangre la cual se transforma en la savia de la vida, como resultado da sustento. La sangre fecunda el vientre de la tierra, por esto es tan importante estos rituales, la sangre de las victimas las cuales pueden ser animales o hombres, alimentan a los dioses; en este caso representados como Coatlicue.

Los rostros de los sacerdotes están cubiertos ya sea por pintura o mascaras de piedra; quitan cualquier expresión de los mismos, les quita la humanidad que pudieron tener. Mientras el sacrificado en su rostro el dolor no existe en su expresión, es tranquila y pasiva y hace referencia a la importancia y honor de ser sacrificado. En oposición a ello, la escultura de Coatlicue, tiene un rostro mucho más humano, con una expresión, quizás de dolor o sorpresa al contemplar la escena. Si bien el cuerpo de la escultura es cubierto por la cama sacrificial de piedra , si es visible, el collar de la escultura que si bien conserva representaciones de corazones, tiene como atributo principal, pedazos de piel humana entretejida para formar este gran collar.

Orozco en su composición utiliza escasos tonos, siendo los más representativos el gris y el rojo, logrando un contraste evidente; es a partir de esta gama que hace que en su fresco sea para el espectador un momento cruel, la manera en que los aztecas veneraban a sus dioses. Es Coatlicue en esta representación como en la escultura contiene una dualidad, el rostro sorpresivo al ver el sacrificio; convirtiéndose en una madre dolida por el sacrificado, pero también es el arquetipo de la mala madre ya que deja que sacrifiquen a hombres para estar ella satisfecha; es por otra parte una alegoría a la guerra misma, puesto que con el ejemplo que se ubica en el extremo frontal, logra referenciar lo destructor y terminante que es la guerra, una lucha sin sentido y con muchas perdidas.

Es interesante mencionar que tanto en los escritos de Jacquelynn Brass como en el folleto informativo del Dartmouth Collage, la escultura es identificada como Huitzilopochtli. Orozco “no demoniza la imagen de la Coatlicue sino la usa como correspondencia del sacrificio moderno que representa el costo de los militantes como un contrapunto de la institucionalización religiosa del pasado indígena” .

Al observar el contexto completo de la serie para comprender lo que sucede en los paneles contiguos se hace referencia a la era dorada de las culturas prehispánicas, y que mas bien expresa lo que para el significa este sacrificio ya que hacer una correspondencia con el Sacrificio Humano Moderno que representa las vidas humanas al militarizar las naciones como un contrapunto de la necesidad de institucionalizar la religión como lo hacen los aztecas en su tiempo, y que sin importar el tiempo, las guerras tienen la misma consecuencia, la muerte del hombre, y que si el ser humano no es consciente de su pasado se repetirá en el futuro y se perderá lo más importante que tiene, su vida.

Es para Orozco la manera de informar al espectador que el hombre pierde la compasión y bondad si provoca la muerte, esto se ve reflejado por los sacerdotes que sostienen el cuerpo del sacrificado, con mascaras de piedra perdiendo toda expresión humana, como es la representación de Coatlicue de piedra y con elementos animales. Con estas ideas representó que no todos los excesos son buenos, haciendo referencia a su vida personal que siempre estuvo llena de penurias desde una edad muy joven como lo cuenta su esposa Margarita a su nieta Tatiana “a fines del año de 1922, tu abuelito y yo decidimos casarnos, pero no nos fue posible hacerlo de inmediato, porque el estaba escaso de recursos económicos debido a la construcción de la casa anexa a su estudio…”

Es en 1934 cuando a los cincuenta años, Orozco termina esta serie, que para muchos críticos, es uno de los mejores ciclos murales en los EE.UU., solo comparado por el de Diego Rivera en el Instituto de Artes de Detroit.

Saturnino Herrán (1887-1918), “historiadores y críticos de arte le atribuyen el potencia creativo para superar los cánones estéticos durante su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) debido a que le toca la última década del porfirismo y los inicios de la Revolución. Manuel Toussaint (1890-1955) menciona que Herrán fue “el pintor mexicano por excelencia” ya que tuvo un gran amor a México pero al popular, al típico, legendario, colonial y prehispánico.

Saturnino Herrán contaba con estudios académicos pues tuvo maestros como Julio Ruelas, Antonio Fabrés, German Gedovius entre otros; pero al contar con ideas renovadoras tiene una particularidad en su obra ya que declaró la identidad mexicana mediante la exploración de raíces históricas, religiosas y culturales con las cuales realizó obras dedicadas a este tema como la criolla del mantón (1915); en este cuadro aparece una mestiza desnuda sentada sobre un gran mantón, en ella se puede ver la fusión cultural en medio de fachada barroca, follajes mexicanos, así como fruta de la zona.

Es en 1914, que el director de la Academia de San Carlos convocó a alumnos y profesores para un proyecto mural que se ubicaría en el Teatro Nacional de México hoy Palacio de Bellas Artes. Es así como comenzaron los diversos bocetos para el tríptico que se conocería como Nuestros Dioses Antiguos(1913-1914); el tema vital es el mestizaje, la fusión de los indígenas y los españoles en una sola religión. En el panel izquierdo se ubican los indígenas con ofrendas, mientras en el derecho se encuentran los españoles y sacerdotes católicos orando. Logró interpretar la fusión de religiones, en los paneles laterales ya que pone a las dos razas, la indígena y la española a manera de espejo, ambas en una conducta respetuosa se inclinan a su respectivo dios.

En el panel central se localiza la representación de la escultura de Coatlicue y emergiendo del vientre aparece el cuerpo crucificado de Cristo. En el caso de la obra de Herrán entrelaza el momento original de Coatlicue, con la conquista donde se puede apreciar como se va perdiendo la identidad de Coatlicue como madre y diosa azteca y llega la nueva religión de los conquistadores. Herrán logró resolver la gran dualidad de Coatlicue, pues en ella representa la madre que se sacrifica para traer al mundo a su hijo, como en la leyenda del Sol y la Luna, aunque aquí quien trae a la vida es Cristo, el símbolo de la religión traída desde Europa. Tanto Coatlicue como Cristo se ubican de la misma tonalidad, parten del mismo bloque de piedra; aparenta además que el cinturón de Coatlicue sostiene el cuerpo crucificado.

Si bien se trata de dos religiones distintas, se puede llegar a deducir que se refiere al mestizaje como esta amalgama no solo biológica, sino religiosa y cultural que para esos momentos se estaba gestando como todo un acontecimiento de un futuro glorioso. Coatlicue es representada como el precio de la conquista, el cambio que no sólo fue político sino cultural y religioso, la ingenuidad de los pueblos prehispánicos que da lugar a la colonización de los españoles fuera más fácil. Sin embargo, posteriormente las ideas de Europa fomentaron el nacionalismo y una nueva cultura llamada México.

Para Saturnino Herrán, Coatlicue es el soporte que carga el culto de los españoles, quizás también como simbolismo que en un principio los indígenas escondían a sus dioses dentro del nuevo, para Herrán es el momento previo, los españoles están hincados, mientras que algunos indígenas se encuentran inclinados con la cabeza en el piso. Es Coatlicue el cimiento donde los españoles apoyan a su religión quitando a los indígenas sus ideas religiosas al decidir que sus dioses son del demonio y que la única salvación es seguir la religión católica.

jueves, 2 de febrero de 2012

el arquetipo como instrumento de interpretación


En esta sección parto de la idea que con los estudios de género, principalmente los arquetipos de la mala madre, la buena madre y la Gran madre; los cuales inició Carl G. Jung, pero actualmente se han renovado y revitalizado con personalidades como Susan Rowland y Clare Douglas  se pueden interpretar las pinturas de la primera mitad del siglo XX.

Es a partir de estas construcciones que el arquetipo de la madre, se transforma e identifica como la tierra, la nación, la madre de las civilizaciones o madre del creador supremo y por lo tanto tiene ambos aspectos positivos y negativos. Con este pensamiento surge el ideal al finalizar la Revolución, los políticos y pensadores encargados del gobierno, tienen como comisión la necesidad de unificar el país, esto se pretende dar a partir del amor por la patria y así formar una sola identidad nacional que se llama México.